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Mateo 25,31-46 EVANGELIO EN AUDIO
  * Al final de la página tenés algunas sugerencias para orar con la Palabra ("Lectio divina")
   
La experiencia de adhesión a la persona de Jesús y el proseguimiento de su causa no se mide por el cumplimiento de actos religiosos o litúrgicos. La experiencia de relación existencial con él se expresa en una vida movida por la misericordia, en defensa de la dignidad de la persona. Lo decisivo para Jesús es el amor hecho realidad y concreción en la vida de los más pobres de la historia.
    El cristianismo existe para declarar, con actos concretos de vida, la “eminente dignidad de los pobres”. Dios mismo, en la historia de la salvación, dejó claro su amor enloquecido por los más vulnerables, los que no cuentan. 

    El Profeta Isaías en 41,4 deja claro de parte de quien está Dios. El texto dice: “Yo el señor, que soy el primero, estoy con los últimos”. Esto es lo que Jesús hizo a lo largo de toda su vida y es lo que exige a los que se deciden seguirle. 
   ¿Estás dispuesto a amar y servir a Dios en los más pobres de la historia? 

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 Preparación: Prepara mi corazón, Señor, al encuentro con tu Palabra, al amor transformador, al acontecimiento desconcertante, a tu designio sobre mí. 

 
Lectura: Moisés ha presentado en el Levítico un código de santidad para que Israel pueda estar a la altura de Dios. La razón es clara: “serán santos porque yo, el Señor, soy santo”.
   Este “código” es figura del “juicio final” que
Mateo pone en boca de Jesús. La clave de la parábola es la extrañeza y el desconcierto de los destinatarios: “pero, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, enfermo...?”.
  La
respuesta de Jesús es abrumadora: él mismo se identifica con las personas que nos encontramos en nuestro camino.  

  
Meditación: La Cuaresma nos pone delante el compromiso del amor fraterno como la mejor preparación para participar de la Pascua de Cristo. Y ésta es una de una de las páginas más incómodas del Evangelio porque se entiende demasiado. Aquí no se habla expresamente de fe ni de bautismo. Lo que salva y condena a unos y otros es el amor o el desamor. El Levítico pedía no hacer el mal. El Evangelio exige hacer el bien. La ley de la santidad es la ley del amor.  

Oración: Señor, purifica mi corazón para mirar con ojos nuevos. Ilumíname para reconocerte en el hermano más vulnerable. Impúlsame para actuar con misericordia fraterna. Ayúdame para “aprobar” el examen final de la vida.  

Contemplación: Tus palabras, Señor, son espíritu y vida... “cada vez que lo hicieron con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicieron”. 

Acción: Hoy seguro que encuentras a Jesús en alguna persona que sale a tu encuentro. Actúa como Él lo haría.

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