1ª semana de cuaresma - jueves
Ser, no tener, hace "El verano más bello"
EVANGELIO EN AUDIO
textos y comentario
Preparación: Señor, que tu Palabra me ayude a pedir, buscar y llamar. Entonces sentiré la consolación del que recibe, encuentra y se le abre la puerta de la gracia.
Lectura: La oración de la reina Ester reconoce, ante todo, haber pecado contra Dios y haber dado culto a otros dioses. Pero, sobre todo, manifiesta la grandeza de Dios y su cercanía para con el pueblo elegido. La oración confiada y humilde resultó eficaz porque el rey accedió a su petición, el pueblo se salvó y el ministro intrigante pagó su ambición con la vida. Esta página del Antiguo Testamento prepara la del Evangelio: pidan y se les dará, llamen y se les abrirá. Dios siempre está atento a nuestra oración, aunque, como un padre, no conceda siempre a su hijo lo que le pide porque, a veces, ve que no le conviene. Pero sí le escucha siempre y le da “cosas buenas”.
Meditación: «Cuando nuestra oración no es escuchada, es porque pedimos " aut mali, aut male, aut mala". Mali, porque somos malos y no estamos bien dispuestos para la petición. Male, porque pedimos mal, con poca fe o sin perseverancia, o con poca humildad. Mala, porque pedimos cosas malas, o van a resultar, por alguna razón, no convenientes para nosotros» (san Agustín). La oración de Ester fue escuchada y Jesús nos asegura que nuestra oración nunca deja de ser escuchada por Dios. Dios sabe ya lo que necesitamos, pero le gusta que se lo pidamos, no para humillarnos, sino para que le mostremos amor y confianza, que es también una manera de darle culto, reconociendo su poder divino. La oración ha de ser el clima habitual de quien se sabe hijo de Dios y llamado vocacionalmente a la santidad marcada por el camino del Evangelio.
Oración: Señor, tú que me llamas a buscarte en todo momento, hazme un verdadero buscador de Dios. Concédeme la gracia de pensar y practicar siempre el bien para que mi oración se haga vida y mi vida sea una continua oración hacia Ti.
Contemplación: “Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor”.
Acción: El evangelio de hoy concluye recordando la regla de oro de todas las éticas: “Haz a los demás lo que quieras que hagan contigo”. Procuremos que los demás encuentren en nosotros respuestas a sus peticiones, búsquedas y llamadas.