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Camino de Vida n° 188 Necochea, 3 de febrero de 2012 video - HOMILIAS MP3 correo rezando voy |
Misa por AM1380 los domingos a las 7,30 50 años del Concilio (en comic) Domingo 5º Tiempo ordinario Mc 1, 29-39 (la suegra de Pedro)
Fray Marcos Jesús cura para que seamos capaces de servir
José Antonio Pagola A la puerta de nuestra casa
Enrique Martínez Lozano Cuerpo espiritual y silencio creador
José Enrique Galarreta Jesús luchando contra el mal |
Castidad y pureza de corazón
Vivir una vida casta no es fácil; no sólo para los célibes, sino para todo el mundo. Aun cuando mantengamos nuestras acciones en regla, aun así resulta difícil vivir con un corazón casto, con una actitud casta y con fantasías castas. La pureza de corazón y de intención se nos hace muy difícil. ¿Por qué? La castidad es difícil porque somos, en alto grado, incurablemente sexuales en cada poro de nuestro ser. Y esto no es algo malo. Es don de Dios. Lejos de ser algo sucio y contrario a nuestra vida espiritual, la sexualidad es un gran don de Dios, fuego santo de Dios en nosotros. Y así el vivo deseo de consumación sexual es un colorido consciente y
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Todos hemos oído hablar los días pasados del naufragio de la nave-crucero italiana "Concordia" frente a las costas de la "Isla del Lirio" ("Isola del Giglio"), debido a la imprudencia sumada a la cobardía posterior de su comandante. No voy a hablar de ello; quisiera limitarme a las palabras de un testigo concreto. No olvidemos que la población de la isla es de apenas ochocientos habitantes y que de golpe, en plena noche (¡!), vió llegar, terrorizada y tiritando de frío, una multitud babélica de más de cuatro mil personas (¡!).
Dicho testigo es Don Victorio Dossi, de 72 años de edad, bergamasco, que desde hace veinte años es el párroco de aquella comunidad cristiana.
Apenas le llegó la noticia del naufragio, Don Victorio abrió las puertas
"Concordia", de la cobardía al heroísmo
Dicho testigo es Don Victorio Dossi, de 72 años de edad, bergamasco, que desde hace veinte años es el párroco de aquella comunidad cristiana.
Apenas le llegó la noticia del naufragio, Don Victorio abrió las puertas